¿Podrá San Telmo aprender a convivir y dar el ejemplo?

EDITORIAL

A partir de la semi peatonalización de algunas calles de San Telmo, que inicialmente se trazaron para cumplir con el distanciamiento social que indica la gestión de la pandemia del COVID-19 y luego fueron habilitadas para el uso de los comercios gastronómicos, los vecinos hemos tenido la posibilidad de experimentar el espacio público de una manera que desconocíamos.

Hace unos meses empezamos a caminar tranquilos por algunas calles en los alrededores del Mercado, disfrutando de un espacio que antes estaba muy limitado a las estrechas veredas que nos obligaban a caminar en fila y con mucho cuidado porque, además, en algunas calles pasaban hasta 5 líneas de colectivos, situación inhumana para cualquiera pero naturalizada para los santelmeños.


Luego, la apertura gastronómica – uno de los sectores más damnificados por la pandemia – posibilitó tomar un café al aire libre, almorzar o cenar también sobre algunas aceras. Así se sumaron Chile  y Av. Caseros. Todo un descubrimiento que coincidió con la primavera, al igual que pasear en bicicleta, patín o skate. O sentarse en los cordones de las veredas.

Después de varios meses de confinamiento, necesitábamos salir y el barrio nos brindó estas inéditas posibilidades.


Sin embargo, el abuso del uso del espacio público en algunas cuadras, y la proliferación de ruidos molestos (música amplificada durante todo el día y especialmente por las noches) empezaron a generar un creciente malestar en muchos vecinos, hasta el punto de que algunos de los que habían sido muy entusiastas con las posibilidades de la semi peatonalización hoy preferirían que vuelvan las cinco líneas de colectivos.

Lamentablemente, desear que llueva un fin de semana se convirtió en una súplica de muchos vecinos para poder descansar en paz.


¿Cómo sucedió que una gran oportunidad de disfrutar nuestro barrio al aire libre se fue convirtiendo en un sufrimiento para algunos vecinos? 

Las respuestas son muchas, pero la primera que surge es la falta de control y coordinación de parte del Gobierno de la Ciudad. Otra, la poca consideración de algunos – pocos – comerciantes ante las medidas de seguridad sanitaria o de contaminación sonora. Y por supuesto, una parte del público que no respeta las normas básicas: distanciamiento, tapabocas y bajo nivel de ruido.

Además, músicos que tocan en forma espontánea en cualquier momento del día y sin el permiso correspondiente se suman a los históricos tambores del final de la tarde dominguera. El creciente merodeo de gente en situación de calle – solo para poner un ejemplo  agravado por la crisis económica – y algunas situaciones de violencia que se generan entre ellos y con el público, redundan en malas experiencias.

Todos necesitamos trabajar, todos necesitamos disfrutar del aire libre – que en estos meses es imprescindible para cuidar la salud – pero todos también necesitamos descansar tranquilos en nuestras casas.


¿Es posible llegar a un entendimiento básico para lograr un pacto de convivencia que tenga en cuenta todos los intereses en igualdad de condiciones?

Un grupo de vecinos – de las calles Bolívar 800/1000 y Estados Unidos 400/600 – lo cree imprescindible, por eso lanzaron un petitorio (leer aquí) proponiendo un protocolo de convivencia. A su vez, la Asociación de Comerciantes del Casco Histórico, que representa a algunos de los comercios que están en las áreas semi peatonalizadas, presentó una “carta de compromiso” (leer aquí) que también incluye una serie de sugerencias y coordinó la primera edición de San Telmo al aire libre – Cultura&Comunidad, una iniciativa que promueve la realización de actividades culturales de bajo impacto. 

De ambos lados exigen al Gobierno de la Ciudad una mejor coordinación de los funcionarios que intervienen en la problemática y una mayor eficacia en los controles para hacer cumplir la actual normativa.


Quizás este diálogo entre las diferentes partes involucradas en el problema abra la posibilidad de avanzar hacia un “plan de manejo” integral que tenga en cuenta las particularidades de nuestro barrio y las necesidades específicas que solo sus habitantes – vecinos y comerciantes, muchos de ellos son ambas cosas a la vez – conocen y pueden discutir  para convertirlas en las reglas básicas de convivencia  que las autoridades adopten para garantizar su cumplimiento.

En un mundo que está convulsionado por las consecuencias sanitarias, económicas y políticas de la pandemia, este pequeño barrio porteño, parte de la aldea fundacional de Buenos Aires, cuenta con la creatividad y el compromiso de su gente para dar el ejemplo …. pintando su propia aldea.


Leer también:

CARTA DE COMPROMISO – Asociación de Comerciantes

PETITORIO – Vecinos de San Telmo


Edio Bassi
Presidente de la Asoc. de Comerciantes del Casco Histórico
Director de Hola San Telmo
Vecino. Comerciante

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